CUANDO YA NO SOMOS NECESARIOS
En los primeros días de Agosto de 1989, varias señoras
Mantenses y residentes en Manta, acudieron a una convocatoria sugerida por el
Padre Patricio Salazar párroco de la iglesia la Merced, con la finalidad de
darle solución a las necesidades más urgentes en el aspecto de servicio social
en la ciudad.
En dicha reunión surgieron varias propuestas entre ellas,
guarderías y crear algo a favor de los niños de la calle.
La señora Victoria Bonilla Vallejo propuso la creación de un
asilo para ancianos, porque hace tiempo se estaba hablando de hacer algo a
favor de la tercera edad, tal sugerencia fue aceptada.
Con esa idea se crea Funteman
en el año de 1990, teniendo hasta la fecha 23 años de funcionamiento.
En nuestra visita al entrar, se percibe un ambiente de
tranquilidad, muy en la mañana los adultos mayores ya están listos para sus
actividades diarias, al pasar al primer bloque, bajo un árbol, sentado,
encontramos a quien llamaremos Don Pedro, como a la mayoría de adultos mayores
les gusta mucho dialogar, pues Don Pedro no se queda atrás.
Él nos cuenta que es de Jipijapa, pero toda su vida ha pasado
de un lado a otro, Guayaquil, Pto. López, Manta, etc. Hace algún tiempo vive en
Manta, la mayor parte de este con su hija, su única hija, por lo menos la única
que hicieron que reconozca, aunque según la historia que no contaba, no fue un
padre muy ausente.
Lleva viviendo 3 meses en Funteman, el forma parte del grupo
de los pensionados, los cuales cancelan la cantidad de $300.00 cada mes, dinero
que su hija le ayuda a pagar, sin embargo Don Pedro nos dice que no hay como su
casa, que quiere regresar a Jipijapa, porque quiere cuidar de finca, que
actualmente se encuentra algo descuidada.
También nos comentaba que su hija y su nieto lo visitan 2 o 3 veces por semana, y que la razón de
estar allí, es por lo eso, por estar un poco más cerca de su hija, ya que nunca
vivió con ella, porque como toda la gran mayoría de hombres de su época, solían
dejar el hogar por algún otro amor, y justo eso fue lo que paso, el dejo a la
madre de su hija para casarse con otro amor, con el cual efectivamente lo hizo, pero de la cual no sabe nada hoy en
día debido a que ella viajo a España y nunca más supo algo de aquella mujer.
A pesar de aquellas cosas que acontecen en la vida, Don Pedro
mantiene su aspecto y carácter jovial a pesar que ya pisa los 80 años, es una
persona muy lucida.
Don Pedro empezó a vivir en Funteman para salir de la casa de
su hija, ya que sentía que le causaba molestias con su esposo, así que prefirió
irse a internar a dicho centro de acogida.
Hablamos acerca de algunas actividades que allí realizan, y
es más, nos invitaron a participar de la misa, una muy corta misa que se
realiza todos los días, después de la cual reciben un bocadillo entre comidas,
también nos comentó que a los adultos mayores que sufren alguna discapacidad o
tienen algún problema de salud, son atendidos en el mismo centro, por Doctores
y estudiantes de medicina, de enfermería y psicología que realizan sus prácticas
allí.
Después de una larga charla con Don Pedro decidimos realizar
un recorrido por el lugar, en espera de que todos bajaran a misa y así poder
captarlos en sus actividades diarias.
En nuestro recorrido observamos las instalaciones de este
centro que acoge a todo tipo de adultos mayores, con diferentes capacidades y
condiciones económicas, ya que existe un bloque en el cual viven, adultos que
habitan en las calles. Debido a lo ya mencionado la infraestructura de Funteman
cuenta con rampas y camineras poco empinadas, para mayor facilidad de movilidad
de los ancianos.
En nuestra andanza encontramos a Rosita una señora de 76
años, que usa silla de ruedas, después de haberse caído y haberse fracturado la
pierna, la historia de ella es muy rara y asombrosa, pues ella voluntariamente
decidió internarse.
Rosita es una mujer soltera, no tiene ni esposo ni hijos, vivía
en Portoviejo con uno de sus sobrinos, pero al ver que a su familia le
molestaba tener que hacerse cargo de ella, voluntariamente decidió irse, ella
es otra que se encuentra en el bloque de
pensionado, sin embargo no cuenta con
ninguna colaboración de nadie de sus familiares, ella paga su mensual con el
dinero de su jubilación.
No se puede negar que los gestos de Rosita muestran cierta
amargura, al preguntarle sobre su vida sentimental, lo único que nos dijo, fue
que nunca se casó para no complicarse la vida con un hombre, sin embargo entre
tanta insistencia, he intento de averiguar más de su vida, ella simplemente
hacía gestos, los cuales mostraban que quizás alguna vez quiso formar una
familia y hasta vivió enamorada de alguien, que aún recuerda pero no quiere
recordar.
Las expresiones de Rosita y la manera en que hablaba,
mostraba mucha apatía hacia las personas, es una persona que intenta ver las
cosa de una manera muy fría, y su semblante lo expresa claramente, luce como
una mujer con amargura, pero resignada a su destino.
Mientras tanto avisaban que era hora de bajar a misa, la que
se realiza en un patio en la parte más baja del lugar, allí pudimos observar a
muchos tipos de caras, unas tristes, otras animadas.
Personas que solo esperan, solo esperan una visita, un
abrazo, un beso, un te quiero, personas que en su mente, le piden a Dios más
amor por los suyos, un poco más de vida, un poco más de ánimo para seguir el
día a día.
La misa transcurría y nosotras esperábamos pacientemente que
termina para observar el diario convivir de todos.
Una vez finalizada la misa, las enfermeras junto con los
ayudantes pasantes y personas voluntarias, les entregan su refrigerio, en este
caso, un vaso de colada y galletas.
La colada estaba algo caliente y eso le causaba disgusto a la
señora Rosita la cual muy enojada solicitaba que le retiraran el vaso. En
verdad lo que pudimos percibir en ese momento es la manera tan seca y cruda que
tienen las enfermeras a cargo de ellos, no les brindan toda esa ternura que
ellos tanto buscan, con la cual se debería tratarlos. Y así culmino nuestra visita, encontrándonos
a Don Pedro en la salida, pidiéndonos que regresáramos pronto.
CONCLUSIÓN
En términos sociológicos, hechos e historias como estas,
muestran una seria enfermedad en nuestra sociedad, una decadencia de
sentimientos por un ser amado, que siempre necesitara de nosotros, que a veces
simplemente quiere ser escuchado, que los lazos familiares y el estima y amor
por un padre, una madre, un tío, o una tía, son aplastados por la simple
comodidad de muchas personas, al no querer hacerse cargo cuando llega la hora,
sin darse cuenta que es la única manera de retribuir todo el legado que estas
personas dejan en nosotros.