viernes, 31 de enero de 2014


CUANDO YA NO SOMOS NECESARIOS


En los primeros días de Agosto de 1989, varias señoras Mantenses y residentes en Manta, acudieron a una convocatoria sugerida por el Padre Patricio Salazar párroco de la iglesia la Merced, con la finalidad de darle solución a las necesidades más urgentes en el aspecto de servicio social en la ciudad.
En dicha reunión surgieron varias propuestas entre ellas, guarderías y crear algo a favor de los niños de la calle.
La señora Victoria Bonilla Vallejo propuso la creación de un asilo para ancianos, porque hace tiempo se estaba hablando de hacer algo a favor de la tercera edad, tal sugerencia fue aceptada.
Con esa idea se crea Funteman  en el año de 1990, teniendo hasta la fecha 23 años de funcionamiento.
En nuestra visita al entrar, se percibe un ambiente de tranquilidad, muy en la mañana los adultos mayores ya están listos para sus actividades diarias, al pasar al primer bloque, bajo un árbol, sentado, encontramos a quien llamaremos Don Pedro, como a la mayoría de adultos mayores les gusta mucho dialogar, pues Don Pedro no se queda atrás.
Él nos cuenta que es de Jipijapa, pero toda su vida ha pasado de un lado a otro, Guayaquil, Pto. López, Manta, etc. Hace algún tiempo vive en Manta, la mayor parte de este con su hija, su única hija, por lo menos la única que hicieron que reconozca, aunque según la historia que no contaba, no fue un padre muy ausente.
Lleva viviendo 3 meses en Funteman, el forma parte del grupo de los pensionados, los cuales cancelan la cantidad de $300.00 cada mes, dinero que su hija le ayuda a pagar, sin embargo Don Pedro nos dice que no hay como su casa, que quiere regresar a Jipijapa, porque quiere cuidar de finca, que actualmente se encuentra algo descuidada.
También nos comentaba que su hija y su nieto lo visitan  2 o 3 veces por semana, y que la razón de estar allí, es por lo eso, por estar un poco más cerca de su hija, ya que nunca vivió con ella, porque como toda la gran mayoría de hombres de su época, solían dejar el hogar por algún otro amor, y justo eso fue lo que paso, el dejo a la madre de su hija para casarse con otro amor, con el cual efectivamente  lo hizo, pero de la cual no sabe nada hoy en día debido a que ella viajo a España y nunca más supo algo de aquella mujer.
A pesar de aquellas cosas que acontecen en la vida, Don Pedro mantiene su aspecto y carácter jovial a pesar que ya pisa los 80 años, es una persona muy lucida.
Don Pedro empezó a vivir en Funteman para salir de la casa de su hija, ya que sentía que le causaba molestias con su esposo, así que prefirió irse a internar a dicho centro de acogida.
Hablamos acerca de algunas actividades que allí realizan, y es más, nos invitaron a participar de la misa, una muy corta misa que se realiza todos los días, después de la cual reciben un bocadillo entre comidas, también nos comentó que a los adultos mayores que sufren alguna discapacidad o tienen algún problema de salud, son atendidos en el mismo centro, por Doctores y estudiantes de medicina, de enfermería y psicología que realizan sus prácticas allí.
Después de una larga charla con Don Pedro decidimos realizar un recorrido por el lugar, en espera de que todos bajaran a misa y así poder captarlos en sus actividades diarias.
En nuestro recorrido observamos las instalaciones de este centro que acoge a todo tipo de adultos mayores, con diferentes capacidades y condiciones económicas, ya que existe un bloque en el cual viven, adultos que habitan en las calles. Debido a lo ya mencionado la infraestructura de Funteman cuenta con rampas y camineras poco empinadas, para mayor facilidad de movilidad de los ancianos.
En nuestra andanza encontramos a Rosita una señora de 76 años, que usa silla de ruedas, después de haberse caído y haberse fracturado la pierna, la historia de ella es muy rara y asombrosa, pues ella voluntariamente decidió internarse.
Rosita es una mujer soltera, no tiene ni esposo ni hijos, vivía en Portoviejo con uno de sus sobrinos, pero al ver que a su familia le molestaba tener que hacerse cargo de ella, voluntariamente decidió irse, ella es  otra que se encuentra en el bloque de pensionado, sin embargo  no cuenta con ninguna colaboración de nadie de sus familiares, ella paga su mensual con el dinero de su jubilación.
No se puede negar que los gestos de Rosita muestran cierta amargura, al preguntarle sobre su vida sentimental, lo único que nos dijo, fue que nunca se casó para no complicarse la vida con un hombre, sin embargo entre tanta insistencia, he intento de averiguar más de su vida, ella simplemente hacía gestos, los cuales mostraban que quizás alguna vez quiso formar una familia y hasta vivió enamorada de alguien, que aún recuerda pero no quiere recordar.
Las expresiones de Rosita y la manera en que hablaba, mostraba mucha apatía hacia las personas, es una persona que intenta ver las cosa de una manera muy fría, y su semblante lo expresa claramente, luce como una mujer con amargura, pero resignada a su destino.
Mientras tanto avisaban que era hora de bajar a misa, la que se realiza en un patio en la parte más baja del lugar, allí pudimos observar a muchos tipos de caras, unas tristes, otras animadas.
Personas que solo esperan, solo esperan una visita, un abrazo, un beso, un te quiero, personas que en su mente, le piden a Dios más amor por los suyos, un poco más de vida, un poco más de ánimo para seguir el día a día.
La misa transcurría y nosotras esperábamos pacientemente que termina para observar el diario convivir de todos.
Una vez finalizada la misa, las enfermeras junto con los ayudantes pasantes y personas voluntarias, les entregan su refrigerio, en este caso, un vaso de colada y galletas.
La colada estaba algo caliente y eso le causaba disgusto a la señora Rosita la cual muy enojada solicitaba que le retiraran el vaso. En verdad lo que pudimos percibir en ese momento es la manera tan seca y cruda que tienen las enfermeras a cargo de ellos, no les brindan toda esa ternura que ellos tanto buscan, con la cual se debería tratarlos.  Y así culmino nuestra visita, encontrándonos a Don Pedro en la salida, pidiéndonos que regresáramos pronto.

CONCLUSIÓN
En términos sociológicos, hechos e historias como estas, muestran una seria enfermedad en nuestra sociedad, una decadencia de sentimientos por un ser amado, que siempre necesitara de nosotros, que a veces simplemente quiere ser escuchado, que los lazos familiares y el estima y amor por un padre, una madre, un tío, o una tía, son aplastados por la simple comodidad de muchas personas, al no querer hacerse cargo cuando llega la hora, sin darse cuenta que es la única manera de retribuir todo el legado que estas personas dejan en nosotros.